Por: Alejandro Rutto Martínez
Eran las 5 de la tarde del 30 de diciembre del año 2.003 y los gritos emocionados del público producían una vibración que amenazaba con despedazar las paredes de por sí destartaladas del coliseo Jorge “Toyota” Novoa de Maicao. Un poco después, ante los reiterados pedidos a través de los altoparlantes especialmente dispuestos para la ocasión los asistentes por fin guardaron silencio y se dispusieron a disfrutar del programa preparado con esmero por el ingeniero Elkin De Armas para la posesión simbólica del alcalde Ovidio Mejía Marulanda, quien dos meses antes había sido elegido para el primer cargo del municipio por una amplia mayoría.
Yo estaba allí por dos razones: por la invitación del nuevo alcalde y por la de su mano derecha, Elkin, quien además me pidió que fuera el presentador del evento. Después del Himno Nacional anuncié el himno a Maicao y dije que lo hacíamos en homenaje a nuestro pueblo y como muestra de respeto a uno de los más importantes símbolos de la maicaeridad. Yo mismo comencé a preguntarme qué significaba tal palabra y otras personas se acercaron a indagar por ella cuando cayó el telón de aquella inolvidable velada.
Ciertamente nunca antes se había escuchado el término de manera que el vetusto y derruido “Toyota” Novoa fue testigo del nacimiento del nuevo término: la maicaeridad, a la cual precisamente nos referimos en esta oportunidad.
En primer lugar vamos a intentar una definición del término. Definición que, por supuesto, no tiene que ser ni perfecta ni única. La intención es abrir el debate con la afirmación de que la maicaeridad es un conjunto de características, normas y costumbres que articulan los primeros asomos de una identidad del pueblo maicaero. Nótese que se ha tenido cuidado en hacer referencia a “…los primeros asomos de una identidad”, porque aún no terminan de articularse los elementos adquiridos de tan diversas culturas radicadas en nuestro suelo y por ello no es posible, por lo menos por ahora, hacer alusión a una consistente identidad maicaera.
Existen variados elementos de la maicaeridad y un solo pegamento: el apego por el suelo en el que se ha nacido o en donde se lucha y se ve un cielo en donde el espectáculo multicolor los d de la noche es para todos. Y en donde el sol milenario e imponente derrama por igual su luz y su calor sobre cada uno de los habitantes de la frontera. Hablar de maicaeros y maicaeridad es aludir a la multi culturalidad expresada en las infinitas mezclas de todas las razas; a la capacidad de supervivencia de un pueblo al que no lo vencen las más duras crisis; es hacer mención de la economía informal sobre la cual se basa el sustento de miles de familias de aquí y de allá; es participar en el movimiento de una frontera cuya vida, por fortuna, no depende de que los presidentes se sienten a tomar café o se digan o seden la mano o se abracen en los foros internacionales.
La maicaeridad es amor. Amor abundante por el cielo y por el suelo en donde dejamos las huellas de nuestro paso por esta tierra creada por Dios en uno de esos días en que rebosaba de inspiración.
1 comentario:
Alejo, estoy de acuerdo contigo en la definicion planteada, sin embargo la maicaeridad debe ser reforzada por ejercicios pedagogicos que nos concientizen sobre la relacion con muestros conciudadanos y con la ciudad
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