martes, 17 de noviembre de 2009

Aprendamos el arte indispensable

Por: Alejandro Rutto Martínez

Saber olvidar es un buen paso para obtener nuevos y útiles aprendizajes, sobre todo cuando transitamos por los caminos pedregosos de la ética, los valores y las normas de la convivencia social.

Es lo que los expertos llaman "desaprender" un término que el diccionario define como "olvidar lo aprendido". Sin embargo, esta corta definición deja por fuera un hecho fundamental: desaprender requiere de un esfuerzo consciente, pues no se trata de una flaqueza de la memoria sino de un acto voluntario mediante el cual el individuo logra extirpar de sus recuerdos un conocimiento obsoleto, innecesario o perjudicial.

En adelante nos referiremos a la necesidad de eliminar los aprendizajes que hoy en día resultan perjudiciales no solo para el individuo sino para el entorno en que éste se desenvuelve.

Anotemos que una buena variedad de antivalores se enquistaron en el inconsciente colectivo mimetizados en refranes o dichos populares cuya enseñanza y contenido nadie puso en duda. Es hora pues, de iniciar los cuestionamientos, el olvido… el esfuerzo de desaprender.

La escuela y la familia debería erradicar, por ejemplo, creencias como "un clavo saca otro clavo", por medio de la cual alguien que fue traicionado se siente con autoridad para actuar de manera semejante a quien lo traicionó en una típica invitación a la más rastrera de las venganzas, como si todas las venganzas.

Otro dicho común, candidato a ser borrado, es "papaya puesta, papaya partida". La frase tiene un contenido peligroso por cuanto es un estímulo a sacar provecho de las debilidades y los descuidos ajenos sin considerar los efectos que este comportamiento pueda traer a quien actúa y a quien, por descuido u otra razón, incurre en el error lamentable de "dar papaya". Quien aprovecha "la papaya" o en algunos casos "el papayazo" ríe y celebra mientras otros sufren y, de paso empiezan a buscar la oportunidad del desquite.

Las frases anteriores no son las únicas. A su lado habría que escribir otras como: "El que peca y reza empata", "el que me la hace me la paga", "San Juan viene y a la fiesta vamos, "ladrón que roba ladrón tiene cien años de perdón", "las cosas no son del dueño sino de quien las necesita", "el fin justifica los medios" (qué terrible principio maquiavélico), etc.

En nuestro medio tenemos la obligación de erradicar la creencia de que podemos actuar de cualquier manera porque "…estamos en Colombia" (o en Venezuela), como si este hecho fuera un salvoconducto para comportarse como los hombres de las cavernas.


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