Por: Alejandro Rutto Martínez
A David Sánchez Juliao se le ha vuelto una sana costumbre venir a La Guajira cada vez que su compleja agenda de viajes, conferencias y eventos se lo permite. Y cuando llega a La Guajira es ineludible su llegada a Maicao, tierra en la que, según sus propias palabras, se siente feliz, por varias razones, entre ellas el parecido del clima con su natal Lorica y la presencia de dos grupos poblacionales de capital importancia en su vida como escritor y hombre Caribe: la colonia árabe y el cabildo zenú.
En los últimos dos años y por las más diversas circunstancias, ha venido tres veces a la tierra del maíz. En el 2007 llegó acompañado por José Manuel Barros a “hacer un pequeño recorrido por el centro”. El paseo terminó en la urgencia del hospital San José, a donde ingresó en silla de ruedas pues un fuerte dolor en la rodilla izquierda lo hizo ver las estrellas y de paso el rostro del médico Gustavo Múnera, quien le aplicó una ampolla de quién sabe qué analgésico sumado a dos horas de conversación sobre su experiencia como estudiante de medicina en Cuba.
Los dos remedios, aplicados en la dosis justa permitieron que el hombre de letras saliera bailando el porro de “María Varilla” que sonaba al fondo de la calle en el alto parlante intimidador de un vendedor ambulante de música pirata. Después de su curación volvió a regresar el día en que menos lo esperaban, pues aprovechó un viaje de trabajo a Manaure para organizar, de un momento a otro y sin pedirle permiso a sus anfitriones, el viaje de “un ratico” a la ciudad de la frontera.
Pero el ratico se alargó y el hombre de “Pero sigo siendo el rey” tuvo tiempo para tertulia con los amigos en casa de su médico salvador de piernas izquierdas; para escuchar un concierto de música vallenata; para conceder entrevistas a todo el que se la pidiera y para presentarse “en vivo y en directo” en Buenos Días Maicao, en donde trabajan periodistas de los que se han metido de lleno en el inventario de sus afectos. Recientemente David regresó para una conferencia formal, organizada por la Casa de la cultura en el auditorio completamente lleno de la Universidad de La Guajira.
En esta ocasión tuvo tiempo para hablar de identidad Caribe, para aclararle a quien lo confundiera con uno de los personajes de sus obras, para reunirse con quien quiso, para comprar en los almacenes de los árabes con quienes frecuentemente lo confunden y para aceptar gustoso la invitación del concejal “tuchinero” Nerbel Reyes a su muy conocido establecimiento “Napolitana Pizza”, ubicada en un céntrico sector de la ciudad. Una vez en el lugar, David le reclamó a Nerbel que no vendiera productos típicos de la gastronomía sabanera. Nerbel le explicó que él ofrece lo que más buscan los maicaeros en horas de la noche: pizzas, asados y picadas con variedad de carnes.
El escritor aceptó los argumentos de su paisano pero le recomendó que la hiciera con harina de ñame y carne de hicotea y la rociara con suero “atoya buey”. Nerbel prometió que lo pensaría pero lo dijo sin convicción, como si temiera a una demanda de los italianos. Y cuando se decidió a comunicarle a David sus temores ya no lo encontró, pues se había ido por ahí, a disfrutar de la noche maicaera.