Escribe: Alejandro Rutto Martínez
El 19 de marzo de 1.999 me invitaron a la primera reunión del Círculo Padillista de Maicao. No sabía que existiera una organización como ésta dedicada a enaltecer la memoria del héroe de la Guajira al servicio de la campaña independentista de América. Desde entonces hago parte de un círculo cada vez más parecido a una secta: por sus pocos integrantes, por sus escasas reuniones y por la devoción con que hablan de sus temas. Aunque no hay muchos temas: sólo se habla de la vida y obra, las aventuras y desventuras, las alegrías y tristezas de José Prudencio Padilla el humilde marino riohachero consagrado como uno de los más importantes hombres de mar en la historia del continente. Pues sí señores: existe un Círculo Pandillista y su presidente benemérito y vitalicio es el profesor Ramiro Choles Andrade quien todos los 15 de marzo nos convoca para preparar la celebración del natalicio del prócer.
El 19 de marzo de 1.999 me invitaron a la primera reunión del Círculo Padillista de Maicao. No sabía que existiera una organización como ésta dedicada a enaltecer la memoria del héroe de la Guajira al servicio de la campaña independentista de América. Desde entonces hago parte de un círculo cada vez más parecido a una secta: por sus pocos integrantes, por sus escasas reuniones y por la devoción con que hablan de sus temas. Aunque no hay muchos temas: sólo se habla de la vida y obra, las aventuras y desventuras, las alegrías y tristezas de José Prudencio Padilla el humilde marino riohachero consagrado como uno de los más importantes hombres de mar en la historia del continente. Pues sí señores: existe un Círculo Pandillista y su presidente benemérito y vitalicio es el profesor Ramiro Choles Andrade quien todos los 15 de marzo nos convoca para preparar la celebración del natalicio del prócer.
Cuatro días más tardes estamos colocando la tradicional ofrenda floral y pronunciando los discursos con los que recordamos la grandeza de nuestro pisano. Luego nos despedimos con la promesa de encontrarnos el 2 de octubre cuando conmemoramos un año más de su ejecución en Bogotá, lo que para nosotros no fue más que un vil asesinato y el más protuberante y costoso error cometido por Simón Bolívar durante todas sus actuaciones como líder de la lucha por la independencia y dirigente político del naciente país.
Al Círculo se le ha olvidado, sin embargo, una de las fechas más importantes en la vida de Padilla: el 24 de julio, día de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, ocurrida en 1.823 y por medio de la cual quedó asegurada la independencia de Venezuela y en buena parte también la de Colombia y Ecuador. Maracaibo era un lugar estratégico para los españoles pero también para los patriotas.
Para los realistas representaba la posibilidad de reconquistar las Provincias del magdalena y el occidente de Venezuela. La ciudad se había perdido antes por la infame vía de la traición: el mayor de Artillería Natividad Villamil negoció la entrega con el brigadier Francisco Tomás Morales, segundo al mando del ejército español, aduciendo que no tenía los recursos bélicos para la defensa. La terrible pérdida causó un grave daño moral en los ejércitos venezolanos y alarmó a Bolívar y Sucre, quienes se encontraban concentrados en la Campaña del Sur.
Y le correspondió a padilla la gloria de recuperar tan estratégica posición. El combate se inició a las dos de la tarde del 24 de julio de 1.823 cuando la armada patriota puso proa en dirección al enemigo. Al terminar el combate la victoria era total. En su libro “El Almirante Padilla”, José Torres Almeida hace un balance de la batalla: Los realistas tuvieron 800 bajas entre muertos y heridos y 438 prisioneros hechos por los patriotas, incluyendo 69 oficiales”. El almirante venezolano Eljuri-Núñez escribe, a propósito de la contienda: “El triunfo de Maracaibo consolidó la libertad de Venezuela y permitió la libertad de medio continente”.
El historiador y diplomático venezolano Arturo Uslar Pietri por su parte, es categórico cuando afirma: Si se pierde el combate de Maracaibo la suerte de la guerra de independencia hubiera sido otra. Seguramente se hubiera prolongado por varios años más, tal vez, Bolívar hubiera tenido que regresar del Sur. Todo lo ganado en trece años de larga y desesperada guerra hubiera estado otra vez en juego”. Padilla no es grande por lo que se diga de él ni por las estatuas que se levantan en honor a su memoria. Ni siquiera por los discursos que se pronuncian en fechas especiales.
Lo es por sus logros y sus valientes y valiosos aportes a una causa en la que creyó firmemente. Su valor, gallardía e inteligencia es un ejemplo no solo para sus coterráneos sino para todo aquel que crea aún en la importancia de la fidelidad a la patria y el amor a los suyos. A José Prudencio Padilla le viene bien la frase del escritor Francés Romaind Rolland: “El éxito nada importa. Se trata de ser grande, no de parecerlo”
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