Indican las páginas del calendario el inicio inequívoco de abril, un mes adorable y sugestivo en que el sol, siempre brillante y luminoso del Caribe, guiará nuestros pasos en los caminos sinuosos de la vida.
Ha transcurrido la primera semana de este, uno de los períodos más hermosos del año y nos disponemos a recibir con los brazos abiertos y el corazón dispuesto, los días que aún vienen envueltos en el regalo de esta colorida temporada.
Comienza abril, con sus flores abiertas ante la mirada de asombro de los niños y el paso lento y cansado de los mayores. Comienza a abril con sus días para dibujar el futuro con el pincel de de los sueños y las acuarelas del sentimiento noble nacido en las profundidades remotas del corazón en donde el amor empieza a dar para instalarse en la expresión sincera de nuestros ojos, encargados de hablar nosotros dudas evidentes ni verdades escondidas.
Estamos en abril y disfrutaremos de sus horas para aprender y emprender. Para pensar y decidir; para amar ser amado; para decir te quiero al niño cuya vida es nuestra vida sembrada en otro cuelgo un y vuelta al hacer para convencernos que el universo y Dios aún confían en nosotros. Ha comenzado abril con su oportunidad de bella, única y probablemente irrepetible de vernos reflejados en el otro.
En ese otro que lleva de aquí para allá una parte de nosotros mismos. Están tiempo de abril no se ofrecerá instantes esplendorosos para admirar el surco de las arrugas, la sabiduría y el rostro amable del anciano en quien veremos el recuerdo de nuestros Padres. Este tiempo nos brindará también la cercanía a seres humanos de carne y hueso, como cuerpo y alma, en quienes podemos descubrir el horizonte infinito y transparente y de la fraternidad.
Y, claro está, podremos apreciar además es un foro de viviendo rozando nuestros oídos. El paisaje de abril nos ayudará a percibir la palabra tierna de un niño intentando decir que él también existe en este planeta de risas y llantos y en su vocecita delicada y musical y en su mirada de ángel encontraremos reflejada la imagen de nuestros propios hijos.
Mire al cielo Ileana el firmamento maravillosamente pintado de azul y emparentado con la eternidad; miré a los árboles iré a la hora de la creación reflejada en el universo mínimo de sus ramas vestida de verde; sus frutos arropados de abundancia y sus nidos rebosantes de vida. Si usted Es capaz de maravillarse no lo dude, usted es un ciudadano de aquí y de ahora. Por eso, deme su mano y apriete la mía. Participemos juntos de abril, un mes maravilloso que nos obsequia Dios para disfrutar del milagro de la vida.